EL GATO EN EL TEJADO

Gira la luz
Por el horizonte de la ventana.
Entre nubes de variados matices
La ciudad triste ha vuelto
A ser silente pero brillante,
Lo suficiente como para perderme

Por el espacio del espejuelo
En busca de un gesto no-artificial,
De un gesto vivo
Que trascienda el instante a-rítmico
De este cotidiano oficio
Que me mantiene y me sostiene
Sobre este sillón,
En esta oficina
De lunes a viernes.
Un gato pasea por el tejado
Del techo de la casa del frente
Y saluda a una paloma
Que huye, que no entiende,
El guiño civilizado
Del felino-mamífero-domestico-ya no carnicero,
Que por la falta de evolución del pájaro carroñero
Sonríe.
Mi neocorteza brinca,
Es la luz crispada que atraviesa el vidrio
Y le otorga a las cosas colores
Inimaginables, tan sólo leídos
En cuentos de Hans Christian Andersen
O en alguna ideación infantil
Que carente de residuos cuadráticos
Le da nueva vida a cualquier cosa.
La luz crece por la ventana
Y con ella a lo lejos los cerros
Que se inclinan cortésmente
Para saludarme amistosos
A medida que se retiran las nubes
Para dormir su siesta
Brindando a la triste ciudad
Unas horas de fantasía
Entre una y otra tarea,
Residuos cuadráticos,
De los habitantes faltos de evolución.