REMOLINO

Nadie me vio llegar,
Nadie sintió mi vuelo,
Nadie se percató de mi silbido viajero.
Una mujer me miró a los ojos y lloró algo que no entendí,
Un anciano robó una moneda entre mis desperdicios,
Una joven dulzura inquietó mi mutismo,

Las nubes cubrieron mi retirada,
Un perro ladró su instinto
Justo cuando comencé a correr invisible pero ultra sensible,
Pozo y acogida, refugio sin preguntas,
Sólo respiro profundo entre las ciudades,
Entre bares y restaurantes,
Entre oficinas cuadradas,
Bancos cuadrados,
Tiendas cuadradas,
Iglesias cuadradas,
Avenidas tiesas,
Parques redondos,
Niños perdidos,
Personas sin nombre,
Gigantes, brujas, águilas, leones,
Enfermedades, injusticias, árboles, arboledas,
Orgullos, prepotencias, humildades, caricias,
Amigos, enemigos, miserias, delirios,
Abrazos y besos.

Nadie me vio llegar,
Nadie me verá partir...
Si he de entender la libertad como un algo incompartible
Deberé dormir esta noche esperando una ventisca
Que me borre de este coliseo  que se  expande  omnipotente
A  través  de  las  esquinas  y  los  conventillos,
A través de las ventanas y las miradas vacías
Que hacen de cada palabra sólo algo más del pasado,
Sólo algo más de mí mismo,
Sólo rincón,
Sólo máscara.

Una mujer me miró a los ojos, algo me dijo, mas yo estaba ciego,
Ella lloró y yo tuve miedo.
Un anciano robó una moneda entre mis desperdicios,
Luego comió, y yo tuve miedo.
Una joven dulzura clavó su estampa en mi mente,
Sonrió  cómplice,
Y un perro ladró su instinto ahuyentando ese destino...
Las nubes cubrieron mi retirada...
Pronto estaré en casa.